Luis Vernet la había conocido en 1823 en Península Valdés mientras faenaba ganado. La gran cacica llegó acompañada por más de mil personas, lo
invitó a negociar y conocer los derechos que su pueblo tenía sobre ese territorio. Después de ese encuentro, Vernet la apodó como “María La Grande” en alusión a la zarina rusa Catalina II de Rusia y por el gran liderazgo que ejercía en su comunidad.
Años más tarde se volvieron a encontrar. Invitada por Vernet, siendo ya Comandante Político y Militar de las Islas Malvinas, llegó a Puerto Luis en 1831 para acordar el intercambio comercial entre las Islas y el continente. Fue recibida con todos los honores de una gran jefa. Le regalaron frenos, espuelas y estribos hechos en el taller del herrero de Puerto Luis. Comieron asado con cuero y tomaron vino. María permaneció varios días en Malvinas pero la usurpación británica de 1833 truncó la integración.
Se cree murió en 1841 y cuenta la leyenda que, debido a la autoridad y respeto que emanaba, se encendieron fogatas en toda la costa patagónica que duraron tres días y tres noches.