Juan Manuel Coronel era marinero conscripto en el Crucero General Belgrano y sobrevivió al hundimiento y al naufragio. Para nuestro podcast Memoria Epistolar de Malvinas, leyó dos cartas de Víctor Raúl Núñez y Eduardo Prámparo, dos caídos del Belgrano que les escribieron a sus familias. También nos contó porque las eligió. Esta entrevista pertenece al proyecto Memoria Epistolar de Malvinas.
Hija, hola, ¿cómo estás?
6 de abril de 1982
Querida hermana,
Espero que al recibir esta carta se encuentren todos bien, y quedando yo de la misma manera. Hilda, te escribo para contarte que todavía estoy en Puerto Belgrano, por el momento. Pero creo que el 15 de abril nos vamos al rincón en la zona de operaciones. Me imagino que ustedes estarán sabiendo los momentos que estamos pasando con respecto a las Islas Malvinas. Saben que yo me pasé todos estos días escuchando la radio y televisión para ver todo lo que acontecía paso a paso. El viernes 2 de abril cuando me levanté y escuché en la radio que las Fuerzas Armadas tomaron las Islas Malvinas, cuando escuché esto me puse contento y se me levantó el ánimo. Saber que esos días empezaron los problemas… No tenía ganas de hacer nada. No tenía ganas ni de escribir. Me acostaba todos los días a las nueve de la noche. Me acostaba temprano para no escuchar nada de lo que decían acá en el buque. Hilda, en otro momento te cuento más cosas sobre las Islas Malvinas. Ahora te voy a contar que estoy preso desde el 25 de marzo hasta el 9 de abril. Sabés que también cortaron los francos hasta nueva orden. Ahora sí que no sé hasta cuando no saldré. Se dice aproximadamente que dentro de dos semanas salimos a navegar para Malvinas. Bueno, Hilda, espero que no se preocupen por lo que está pasando porque sé que no va a pasar nada y decile a mami que yo estoy bien, que no puede pasar nada y que no se preocupe. Decile a Don Vega que estoy bien. Dale saludos a todos ellos. Bueno, creo que no tengo más que contarte por ahora.
Me despido con un beso para vos, para mamá y para todos los chicos también.
Dale saludos a la tía Susana, a los tíos, a los chicos también.
Bueno Hilda, chau, chau, recibí un beso de tu hermano Raúl.
Chau, chau, saludos para todos.
Buenos Aires, 29 de marzo de 1982
Querida mamá y familia,
Les escribo ya que me imagino que habrán estado esperando el viernes. Cuando estábamos por salir anunciaron por la voz del parlante del buque que se cortan todos los francos a más de sesenta kilómetros. Con los chicos nos pegamos una amargura porque no sabíamos por qué era, pienso que ustedes ya sabrán de qué se trata acá. Es un movimiento continuo en todos los buques de la flota ya que la Armada es la que liga a todos debido a que los problemas son con Inglaterra. Son las Malvinas y nosotros tenemos que ir al frente. El portaaviones acaba de llegar de navegar y volvieron a cargar todo, de víveres y municiones hasta decir basta. El martes sale toda la flota a navegar menos el buque nuestro porque están todas las máquinas desarmadas pero parece que se nos distribuyen en otros buques. Se necesitan ciento cincuenta colimbas que se lleva el rompehielos Almirante Irizar. Acá el ambiente está convulsionado y en cualquier momento se arma la rosca. Yo les soy sincero, trato de no mentir en nada porque el momento que acá se está pasando, la verdad no es nada agradable. Ustedes en Buenos Aires habrán visto en televisión, diarios, porque sé que el ambiente está espeso. Que hay buques ingleses en las Islas Georgias del Sur, dien que están echando a todos los argentinos que estaban allá. Y ahora salieron con el rompehielos a ocupar las islas. Hoy es domingo, pensamos que a lo mejor se enfría un poco la situación, pero se puso peor porque hoy salió el Hércules que es un buque poderoso. También salió el Cabo San Antonio que es un buque de desembarco, salió totalmente cargado, era un polvorín flotante. También sale el portaaviones cargado hasta la manija. Está todo hecho un despelote. Bueno, mamá, te cuento que no tengo la menor idea de cuando voy a poder ir debido a que cortaron licencias, francos y la baja de la primera tanda así que imagina el lío que hay en vuelos. Enviales a todos saludos y decile a Silvina que lleve la carta a todos y que diga lo que está pasando en la casa de Marcela porque yo no tengo un peso, ni para mandar una carta, no sé cómo conseguí para mandarte esta a vos. Creo que el lunes salimos para Malvinas a pegar un par de tiros con los ingleses. Vamos a ver qué pasa.
Pronto te escribiré, chau,
besos y abrazos.
Juan Manuel Coronel. Estas cartas las elegí por el mensaje que dan. No era que no sabíamos nada sino que sabíamos bien lo que pasaba y lo que íbamos a hacer. Son cartas que me pasaron. En el caso de Edgardo Prámparo, me las pasó su mamá, una fiel luchadora de las mamás por Malvinas, por la memoria de sus hijos, por la memoria del Crucero General Belgrano. Activa completamente y deja el legado en su hija. Ella tenía dos hijos, una mujer y un varón. El varón, que escribió esta carta, murió en el Crucero General Belgrano. Son una familia que, con su tía y su hermana, luchaban juntos para poder sobrevivir a esa época. A él le tocó el servicio militar, era de Capital, había nacido en Córdoba, Río Cuarto pero la mamá se mudó acá, a Buenos Aires, donde vivía. Él era quinta tanda. La Armada incorpora cada dos meses de distintas zonas. Y él fue a la colimba desde Capital Federal. Y elegí esta carta porque deja un mensaje muy importante. Lo que es la familia, lo que es sentir, lo que dejó él, como persona, como ser humano, como chico de esa edad, que nos representó a todos.
La otra carta es de Victor Raúl López. Él era de una familia tucumana que vino a vivir acá a Buenos Aires. Su mamá trabajaba y estaba a cargo de la casa su hermana mayor. Y él tenía a su hermana como guía. Y ahí habla de los vecinos, que cuando no estaba su hermana, se quedaba a cuidar a los vecinos para que pudieran salir a trabajar. Ellos eran de Pacheco.
Los nombres de los autores de estas cartas son Víctor Raúl Núñez y Eduardo Prámparo, marineros conscriptos y caídos del Crucero General Belgrano.
Trescientos veintitrés caídos tiene el Belgrano. Muchos eran nuestros amigos, eran vecinos, compañeros de escuela, de jugar al fútbol, y eso fue lo que nos tocó a los colimbas. Por ejemplo, Raúl Núñez, él entró en abril del 81, y yo entré también en abril del 81, teníamos sólo un año de diferencia. Había también una cercanía con muchos de los suboficiales que estaban ahí en el buque, muchachos que tenína un año o más que nosotros. Entonces el tema era que nos conocíamos. No eran desconocidos para nosotros.
Yo siempre digo: todas las cartas nos han dejado un mensaje. Hay una memoria de los que murieron. Más llá de lo que cobran sus hijos. Sus hijos hoy cobran su pensión. Pero más allá de eso que es muy importante, fundamental, ellos nos dejaron muchas cosas. Yo digo siempre: murieron por algo. Y eso es también lo que nos moviliza a hacer cosas por nosotros y por Malvinas.
Yo escribí antes de salir. Yo escribía siempre a un padrino que tenía yo en Tucumán, y a mi mamá y a mi papá. Esas eran mis cartas ¿no? Pero no quise elegir una de esas cartas porque yo se la puedo contar y mostrar a cualquiera en cualquier momento, pero ellos, que no están, no pueden.
Desde Ushuaia, el 25 de abril, que fue el último puerto que tocamos, se escribieron muchas cartas. Alguno no pudieron escribir o no pudieron mandar sus cartas. Yo tengo la memoria de Zangani, que no pudo mandar su carta porque no tenía papel ni sobre. A muchos les pasó eso. No tenían nada donde escribir y, entonces, Prámparo, por ejemplo, escribe en una hoja común de carpeta. Y antes había papel y sobres que eran para escribir cartas. Si pesaba más, te cobraban más, si tenías que mandar simple, certificada, y así. Todo eso era un tema en ese momento. No existía otra comunicación.
Mi nombre es Juan Manuel Coronel, fui soldado conscripto en el Crucero General Belgrano. Estuve durante el hundimiento. Y lo que más me movilizó siempre fueron las mamás de los compañeros. En el momento en que fueron a preguntar por sus hijos, no les contestaron nada. No podían hablar, no podían decirles nada con certeza. Entonces me quedó grabado eso para siempre. Y es el motivo más importante por lo que siempre abracé esta causa para poder llegar a ellas, a las madres, y ayudarlas en lo que pueda. En lo que esté a mi alcance para solucionarles sus problemas, lo hago. De hecho, con un grupo de compañeros siempre estamos trabajando para lograr que esas mamás, esos papás, esos hermanos, logren la dignidad por la que murieron los 323. A los compañeros que no están, nosotros los tenemos siempre presentes. Gloria y honor.///MMIAS